sábado, 4 de julio de 2015

DANIEL, MANUEL, ANTONIO Y ESA CARCEL LLAMADA “EL PROCESO”


 Publicado el domingo 14-6-2015 en los diarios La Voz y 2001

Literalmente, todos los venezolanos estamos presos. Nuestra libertad de comprar lo que queramos, de trabajar donde elijamos, de comer lo que nos apetezca, de viajar cuando nos plazca, de ver los medios de comunicación que prefiramos, de caminar sin miedo por las calles, todas esas libertades y muchas más nos han sido arrebatadas. Somos 30 millones de presos. La cárcel se llama “El Proceso”. Tenemos cuatro carceleros: el hambre, la inseguridad, la corrupción y la censura. El director de la cárcel es el gobierno Diosdado-Madurista. Y tenemos hasta pranes: unos sujetos violentos e ilegalmente armados, mal llamados “colectivos”, que hacen la parte más sucia del sucio trabajo de los carceleros… 

En toda prisión hay unos presos que la pasan peor que otros. Son los “entigrados”, los que están en “tigritos” o celdas de castigo, sometidos a una especie de prisión dentro de la prisión, en condiciones de reclusión aun peores que las del resto de los presos. Ese es el caso actual de los PRESOS POLÍTICOS. Si es verdad que la inmensa mayoría de los venezolanos hoy estamos presos en nuestro país, en nuestras casas, ellos están más presos que los demás, sometidos a condiciones de reclusión inhumanas. Daniel Ceballos, con pelo rapado y obligado a usar una braga amarilla como los prisioneros del grupo terrorista “Estado Islámico”, es una imagen terrible de ello; Leopoldo López, que -tras haberse entregado voluntariamente por ser inocente- tiene año y cuatro meses preso sin delito, ha pasado aproximadamente la mitad de ese lapso en celda de castigo, por no tolerar abusos. Otros casi 80 venezolanos están en condiciones similares. Y son aproximadamente 3000 los estudiantes y jóvenes venezolanos que hoy se encuentran sometidos a procesos judiciales irregulares, siempre bajo la amenaza de terminar con sus huesos en una mazmorra inmunda, por el delito de pensar distinto, a veces por sólo pensar. 

Además de los presos políticos y los jóvenes sometidos a procesos judiciales ilegales, tenemos el doloroso caso de los exiliados. Allí también tenemos una realidad que repensar. Los venezolanos forzados por el régimen a abandonar el país no son sólo Manuel Rosales, Óscar Perez, Carlos Ortega o Leopoldo López Gil, entre otros destacados compatriotas. Desgraciadamente, la situación es mucho peor: Son casi millón y medio los compatriotas que se han visto forzados a abandonar Venezuela, el mismo país que en el pasado reciente mas bien recibió, generoso, a quienes desde lugares tan distintos y distantes entre si como España, Italia, Portugal, Chile, Argentina, Brasil, Perú, Colombia y Ecuador llegaron a esta entonces Tierra de Gravia en busca de libertad y prosperidad. 

Los inmigrantes que recibió Venezuela tenían cada uno razones diferentes: unos huían de los rigores de la postguerra europea, otros de la represión de las dictaduras militares del Cono Sur, otros eran desplazados por la violencia guerrillera colombiana, otros simplemente huían del hambre reinante en sus países... Pero todos eran inmigrantes. Lo mismo ocurre ahora con el exilio venezolano: unos se han visto forzados a irse por la persecución política, otros por las agresiones de la inseguridad, otros por la ausencia de oportunidades en lo económico, pero todos, todos, son eso: venezolanos exiliados, venezolanos a quienes el régimen condenó a vivir separados de sus familias, de sus amigos, de sus referencias... 

Daniel Ceballos, Leopoldo López, Alexander Tirado y Raúl Emilio Baduel, presos políticos venezolanos, iniciaron hace ya casi un mes una huelga de hambre. Están exigiendo libertad para todos los presos políticos, cese a la represión, que se le ponga fecha a las elecciones parlamentarias, cuya realización esta prevista por la Constitución Nacional para este año, y que las mismas se realicen como se hacen en cualquier país del mundo: bajo observación internacional calificada y oportuna. Para respaldarlos la Unidad Democrática construyó, anunció y puso en marcha una AGENDA UNITARIA DE LUCHA POR LA LIBERTAD DE LOS PRESOS POLÍTICOS Y POR LA SALUD DE LA DEMOCRACIA VENEZOLANA que se ha venido cumpliendo con acciones en toda Venezuela y aun mas allá de las fronteras de nuestro país. 

Toda esta lucha ha logrado ya importantes resultados: UNASUR, antes tan complaciente a los caprichos del régimen venezolano, anunció ahora su disposición a hacer OBSERVACION ELECTORAL en las venideras elecciones parlamentarias venezolanas, en vez del acostumbrado “acompañamiento electoral” impuesto por los agentes electorales del gobierno. Como se sabe, la Observación Electoral es un proceso técnico que se verifica antes, durante y después de las elecciones, que permite a los observadores comprobar todos los aspectos del proceso, y que termina en un informe sobre la calidad democrática del mismo, algo muy diferente a la operación de relaciones públicas llamada “acompañamiento electoral”, en la que el gobierno trae a sus amigos para que lo alaben. 

Pero no es solo lo ocurrido en UNASUR: la OEA, antes tan “insulza” y timorata, ahora anuncia su disposición de venir a Venezuela a realizar también observación electoral. Horas después un anuncio similar es hecho por altos representantes de la Unión Europea. Y al día siguiente el vocero del Alto Comisionado de la ONU expresa su “profunda preocupación” por la situación de los DDHH en Venezuela, y en particular por la de los venezolanos hoy presos “por ejercer sus derechos constitucionales a la libertad de expresión y a la manifestación pacífica”... 

Es en este nuevo contexto que Daniel Ceballos decide levantar la Huelga de Hambre, decisión que aplaudimos y respaldamos. Como respaldamos igualmente la decisión de Leopoldo de continuarla hasta que nuevos gestos indiquen avances en la aceptación del petitorio de los huelguistas, que es el de la Unidad, que es el de Venezuela. 

Además de los elementos políticos y jurídicos de esta lucha, también ha quedado claro la quiebra moral del régimen, y en particular su inmensa cobardía: la inhabilitación de Manuel Rosales, anunciada el mismo día que su partido Un Nuevo Tiempo lo postula para encabezar la lista de candidatos al parlamento por el Estafo Zulia, y el limbo jurídico en que mantienen a Antonio Ledezma, es el testimonio del miedo que el diosdado-madurismo le tiene a estos luchadores democráticos que NUNCA han sido derrotados por los rojos en una contienda regional. 

La solidaridad con los presos políticos es fundamental. Como lo es igualmente el ser cada vez más parte activa en la lucha de los otros 30 millones de venezolanos que hoy están presos, presos de la escasez, la inseguridad, de los apagones y de la falta de agua. Hoy el mejor homenaje que podemos y debemos rendir al valor de nuestros presos políticos en huelga de hambre consiste en salir al encuentro del pueblo en lucha, para apoyarlo y convertir su descontento en energía de cambio. ¡Palante!

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