sábado, 4 de julio de 2015

"¡LEVANTEN LA HUELGA… SIGAMOS LA LUCHA!"



 Publicado el domingo 21-6-2015 en los diarios La Voz y 2001

Ese fue el grito del pueblo de Caracas que asistió ayer sábado 20 de Junio a la Asamblea de Ciudadanos realizada en la Plaza José Martí, el mismo sitio donde hace un año y cuatro meses Leopoldo López se entregó a la injusta “justicia” de este régimen totalitario. 

En esta concentración, convocada por Voluntad Popular con el respaldo de la Unidad Democrática, la totalidad de los asistentes eran personas plenamente identificadas con la lucha librada por López. Precisamente por ello, el grito espontáneo que surgió de centenares de gargantas fue “¡Levanten la Huelga… Sigamos la lucha!” . 

Tiene razón el pueblo caraqueño, y el de toda Venezuela. En todos los rincones del país se están dando protestas, protestas reales en el país real. Mas allá de “hashtags” en una red social, venezolanos de carne y hueso están reclamando sus derechos, desafiando la represión, denunciando la corrupción y la ineficiencia del régimen: Por la escasez y carestía de alimentos y medicinas, por fallas en el servicio de agua potable, por los apagones reiterados, por la inseguridad galopante, por el colapso de los servicios, en este mismo instante en que usted esta leyendo esta nota hay venezolanos protestando airadamente, en cualquier calle del país. 

En muchos, muchísimos casos, esos venezolanos están protestando solos, sin contar con ninguna estructura política, gremial o comunitaria que le proporcione organicidad a la lucha, para hacerla sostenible y por eso mismo, exitosa. Ese pueblo necesita que sus dirigentes estén vivos y fuertes, para participar en las luchas del presente y en la construcción del futuro. Esa es la razón del llamado, afectuoso y solidario, de los caraqueños en la calle a Leopoldo y los demás huelguistas: Levantar la huelga para preservar la vida, preservar la vida para continuar la lucha, y “luchar” significa hacerlo al lado de ese pueblo que espontáneamente esta protestando en calles, mercados, barrios y urbanizaciones. 

Pero el llamado no es solo a los huelguistas: ¡También es a los candidatos! Tras una mora de casi un mes, al fin las organizaciones políticas del campo democrático anunciaron a los venezolanos el pasado viernes 19 que lograron estructurar alianzas perfectas en todo el país, es decir, que la Unidad Democrática lanzará un y sólo un candidato en cada circunscripción en las venideras elecciones parlamentarias. De esta manera, los candidatos seleccionados mediante el mecanismo democrático del consenso se unirán a los candidatos electos mediante primarias, y todos ahora podrán dedicarse a “hacer campaña”… 

Pero en esta Venezuela en lucha contra el totalitarismo, “hacer campaña” tiene un significado muy distinto al que puede tener en una democracia: Las elecciones en Venezuela no son una “fiesta democrática” sino una conquista de la gente, pues hasta la fecha electoral hay que arrancársela al régimen. “Hacer campaña” no es, pues, un asunto de “jingles”, fotografías, cancioncitas y consignas. En la Venezuela de hoy, mas que “campaña electoral” los candidatos democráticos tienen la obligación de hacer UNA CAMPAÑA SOCIAL. En esta Venezuela sin instituciones y casi sin medios libres, la acción política tiene como único escenario la calle, y específicamente esa calle con pueblo indignado, con pueblo en cola, con pueblo por convencer. 

La campaña a desarrollar consiste entonces en respaldar cívicamente, físicamente, a nuestro pueblo en lucha. La huelga de hambre de nuestros hermanos presos políticos ya logró un conjunto importante de victorias: Desde la presencia en Venezuela de Felipe González hasta la saboteada visita de los senadores brasileros, son muchos los eventos que ocurrieron a partir o a propósito de esta protesta extrema llevada adelante valientemente por Ceballos, López, Tirado y Baduel, entre otros. Todos estos eventos han colocado nuevamente el drama venezolano a la vista del mundo, y han puesto al Diosdado-Madurismo en evidencia como un régimen no democrático. Hoy, cuando algunos de los huelguistas se acercan a cumplir un mes de ayuno, se impone una revisión de esta forma de lucha, para no darle a este régimen sin escrúpulos poder de muerte sobre nuestros hermanos presos políticos.

“Levantar la huelga y seguir la lucha”, la consigna que se escuchó en la calle este sábado, apunta precisamente en esa dirección. Son muchas y distintas las peleas que tenemos que dar de inmediato: acompañar la conflictividad social y darle cauce democrático para convertir la indignación popular en energía de cambio; fortalecer, reactivar o construir la red de organizaciones de base que sea capaz de apoyar ya al pueblo en lucha y que sea capaz también, una vez llegadas las elecciones, de movilizar el voto del pueblo democrático, de protegerlo de todas las triquiñuelas del régimen y de finalmente defender la victoria democrática, en las mesas y en la calle. Todo eso y mucho más hay que hacerlo. 

¿Y quien tiene que hacer esto? ¡Nosotros, todos nosotros, ese 68 % de país que hoy se declara opositor! ¿Dónde hay que hacerlo? ¡Aquí, en el “aquí” de cada quien, donde usted viva, trabaje o estudie! ¿Cuándo hay que hacerlo? ¡Pues ya, no hay tiempo que perder, sobre todo no podemos perder tiempo en impertinentes disputas por el “liderazgo” de individuos o de partidos! 

Tenemos pueblo en lucha, tenemos alianzas perfectas, tenemos unidad de propósitos. Incluso tenemos un régimen tan cobarde que no se atreve a ponerle fecha a su derrota. Tenemos un país en acelerado tiempo de cambio. Este país no necesita mártires, sino conductores. Este país necesita de una oleada de confianza, de fe en nuestras propias fuerzas como pueblo, como sociedad, para detener la caída de la República e iniciar su reconstrucción. Este país nos necesita a todos. Aquí sólo sobran los corruptos, los violadores de derechos humanos, los traficantes de la violencia que amenazan con “tiempos de muerte y de masacre” para justificar la inercia de su ensimismamiento, y por fortuna esos son pocos, muy pocos. 

La inmensa mayoría del pueblo quiere vida, y quiere cambio. ¡La inmensa mayoría del pueblo va a ganar! ¡Palante!

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