viernes, 1 de septiembre de 2017

DIEZ PUNTOS AL BORDE DEL ABISMO

Columna publicada originalmente en los diarios 2001 y La Voz el domingo 20-08-2017

  1. La decisión de la cuestionada Asamblea Nacional Constituyente de disolver de hecho al parlamento venezolano, expresada en el "decreto constituyente" emitido el viernes 18 de agosto, tiene una primera víctima evidente: El régimen de Nicolás Maduro Moros, pues acentúa su aislamiento y acelera su deslegitimación.  
  2. Nadie puede afirmar que exista una relación de causa-efecto entre la adopción de esa medida y el reciente viaje a Cuba de Maduro. Pero ciertamente luce lógico y altamente probable que una decisión de ese calibre e impacto haya sido debatida en ese encuentro entre Maduro y su mentor.
  3. La dictadura cubana, forzada a renegociar el estatus de sus relaciones con Estados Unidos tras la decisión del Presidente Donald Trump de revisar las políticas que hacia ese régimen había adoptado la Administración Obama, si pudiera tener interés en una agudización atroz del conflicto venezolano, para poder utilizar como "amenaza creíble" en el marco de esa  "renegociación" EEUU-Cuba la posibilidad de una crisis política y humanitaria en toda la región.
  4. Ese pudiera ser el interés de la dictadura antillana. Pero obviamente, no es el interés de Venezuela. Ni siquiera es el interés del chavismo. Por el contrario, ese es un camino que impondrá a la sociedad venezolana un incremento desmesurado de la violencia política, la precariedad económica y la conflictividad social, y es un rumbo que al chavismo como proyecto terminará de sepultarlo, pues en el imaginario popular las penurias atroces del presente terminarán diluyendo o sepultando los afectos de la ya muy disminuida nostalgia por Chávez, hoy por hoy único capital político de esa formación.  
  5. En el ámbito opositor, esta medida oficialista también puede tener el desastroso efecto de dificultar más aún la urgente tarea de re-articular su táctica y su mensaje, tras el descalabro de la "Salida Parte II", el errado intento de pretender evitar con la pura fuerza de "la calle" la elección e instalación de la ANC. 
  6. En efecto, el pueblo democrático no se imaginó "por su cuenta" que la épica de los escudos y el derroche de heroísmo y sangre de la juventud venezolana bastaría para evitar la ANC y "salir del régimen": Aquí hubo un liderazgo que el 3 de Julio desde el Teatro Chacao le hablo al país de "rebeldía ascendente", "levantamiento nacional", "hora cero" y "huelga general". 
  7. El mismo liderazgo que hace apenas 46 días usó esa retórica inflamada, ahora inscribe candidatos y llama votar en las elecciones regionales. Lo cual por cierto puede ser justo y correcto, pero requiere una explicación convincente a la sociedad democrática, sobre todo a ese sector que arriesgó su vida, su seguridad, su trabajo y su familia, acicateada por latiguillos verbales que transformaban en ansiedad cortoplacista el legítimo sentido de urgencia del país ante la crisis.
  8. La construcción, con palabras y sobre todo con conductas, de esa explicación es lo que hoy puede ser dificultado por esta nueva andanada de destrucción institucional y de represión política que desde la ANC y desde Miraflores ya se anuncia y practica.  Y no es casual: Al régimen no le conviene que la mayoritaria sociedad democrática supere las supersticiones y se reencuentre con sus fortalezas. Al disminuido Diosdado-Madurismo no le interesa que la Unidad rearticule un discurso que permita que toda la sociedad democrática se reencuentre con la realidad de que la única estrategia que nos ha dado victorias es la estrategia constitucional y democrática, y que esa estrategia solo puede seguir sumando victorias si no nos desviamos de la táctica electoral y pacífica. 
  9. Mientras el régimen está empeñado en un rumbo suicida, y mientras la dirección opositora sigue a medio camino entre corregir errores y reincidir en ellos, el país cae estrepitosamente por el barranco de la hambruna y la hiperinflación.  Ocho muertos en El Callao, 37 en Puerto Ayacucho, una canasta alimentaria por encima de los dos millones de bolívares y protestas callejeras de pacientes de paludismo, de enfermos renales y de víctimas de politraumatismos a la espera de un cupo quirúrgico, revelan lo lejos que están de la realidad-real aquellos que solo creen en su "realidad política": Venezuela hierve por los cuatro costados en sangre y protestas, mientras Maduro dice que "la Constituyente le devolvió la paz al país" y en la oposición hay los que se quejan porque "la calle se enfrió"...
  10. En Venezuela no hay pueblo vencido. Aquí no hay sociedad democrática derrotada. El deterioro del régimen, sin dólares, sin liderazgo, sin confianza, es una "tendencia irreversible". Por otro lado, el país que quiere cambio, el país descontento, sigue siendo una inmensa mayoría que no está dispuesta a responder a la represión con sumisión.  Todo esto implica un equilibrio extremadamente inestable. Venezuela está al borde del abismo. Pero precipitarse en él no es obligatorio. Estos últimos cuatro meses nos han dejado un muy costoso aprendizaje: Un gobierno sin pueblo y una oposición sin ejército no pueden pretender resolver el drama venezolano por la pura fuerza. No tienen con que hacerlo. Es imperativo entonces que unos y otros asuman la responsabilidad de producir una negociación política con resultados, que permita que los venezolanos construyamos entre todos la transición a la democracia. Es lo que le conviene al país y a los actores políticos. Pero también demanda, del país y del liderazgo, niveles de madurez muy superiores a los exhibidos hasta ahora. Pero es eso, o la catástrofe. Es eso o la muerte multiplicada. Es eso o la repetición en Venezuela de las historias de sangre, ruina e inestabilidad que nuestros vecinos vivieron en décadas anteriores, mientras a nosotros nos protegía la burbuja petrolera y la democracia representativa. 

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